Colegio Imperial y Reales Estudios de Madrid
¿Sabías que en pleno Siglo de Oro, cuando Madrid aún no tenía universidad, existió un colegio que formó a los futuros gobernantes del imperio español? No se trataba de una escuela cualquiera: era el Colegio Imperial. De sus aulas salieron nobles, funcionarios, científicos y escritores que marcaron la historia de España.
El historiador Javier Burrieza Sánchez lo cuenta en su estudio Los profesores del Colegio Imperial y Reales Estudios de Madrid, donde rescata la vida de aquellos maestros que unieron la fe y la ciencia, el saber y el poder, en una época de grandes cambios.
Un sueño educativo en el corazón del Siglo de Oro
En el Madrid del siglo XVII, una ciudad sin universidad pero llena de vida cortesana, se impulsó un proyecto que cambió la enseñanza española: el Colegio Imperial y los Reales Estudios de Madrid. Con el apoyo del rey Felipe IV y del conde-duque de Olivares, nació la idea de formar a las élites del reino con una educación moderna, rigurosa y orientada al servicio del Estado.
El proyecto se hizo realidad en 1625, gracias al legado de la emperatriz María de Austria. Madrid, que aspiraba a ser la gran capital del imperio, necesitaba un centro académico de prestigio. Los jesuitas, expertos en pedagogía y disciplina, fueron los elegidos para dirigirlo.
Un plan de estudios adelantado a su tiempo
A diferencia de otras instituciones de la época, el Colegio Imperial no se limitaba a enseñar religión o lenguas clásicas. Su plan de estudios abarcaba filosofía, matemáticas, historia natural, geografía, ciencias políticas y economía. Era un auténtico laboratorio de ideas en el que se mezclaban la fe, el pensamiento crítico y el conocimiento científico.
El objetivo era educar a los futuros gobernantes del país. No todos lo vieron con buenos ojos: las universidades tradicionales y algunas órdenes religiosas se sintieron amenazadas. Aun así, el Colegio Imperial logró consolidarse como un faro de conocimiento en el corazón de la Corte.
Profesores que dejaron huella
El alma del Colegio fueron sus profesores, verdaderos sabios que unieron espiritualidad, ciencia y humanismo.
Entre ellos destacó Juan Eusebio Nieremberg, profesor de Ciencias Naturales y Sagrada Escritura, autor de obras místicas y científicas. Lope de Vega lo elogió comparándolo con Aristóteles.
Otro nombre clave fue Luis de la Palma, rector del Colegio y autor de la popular Historia de la Pasión de Cristo. Predicador brillante, organizador eficaz y educador de carácter. Por su parte, Agustín de Castro, catedrático de Política y predicador real, fue una figura de peso en la Corte de Felipe IV. Desde el púlpito y la cátedra, reflexionó sobre el poder, la justicia y la ética del gobierno. Sus escritos mostraban que un buen gobernante debía ser tanto sabio como virtuoso.
Ciencia y cosmografía
El Colegio Imperial fue también un centro de ciencia. El matemático flamenco Jean-Charles de La Faille llegó desde Lovaina para enseñar matemáticas y cosmografía. Pronto fue nombrado cosmógrafo mayor del Consejo de Indias y tutor de don Juan José de Austria, hijo del rey.
| Jean Charles de La Faille pintado por Anton Van Dyck Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica |
Gracias a maestros como él, los jesuitas introdujeron en España conocimientos de astronomía, geometría y cartografía moderna. Incluso ayudaron a difundir la proyección de Mercator, esencial para la navegación. Su lema parecía ser: comprender el mundo para servir mejor a Dios y al Rey.
Del Colegio Imperial al Seminario de Nobles
Con la llegada de los Borbones y las ideas de la Ilustración, el proyecto evolucionó. En 1716, Felipe V fundó el Real Seminario de Nobles, heredero del Colegio Imperial. Los jesuitas continuaron dirigiéndolo, actualizando los contenidos con nuevas ciencias, idiomas y artes militares.
Entre sus profesores brillaron José Cassani, Carlos de la Reguera y Esteban de Terreros. Cassani escribió tratados de astronomía y fortificación, además de una Historia del Nuevo Reino de Granada. Terreros, en cambio, fue un auténtico genio ilustrado: políglota, matemático, naturalista y lexicógrafo. Su Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y Artes fue una obra monumental, precursora de los diccionarios técnicos modernos.
| Historia del Nuevo Reino de Granada de José Cassani |
| El Diccionario de Esteban Terreros |
Una biblioteca y un teatro del saber
El Colegio Imperial albergó una de las bibliotecas más importantes de Madrid, con más de 30.000 volúmenes. Allí se conservaban manuscritos, tratados científicos, obras de teología y literatura. Era un auténtico tesoro de conocimiento.
Pero la enseñanza no se quedaba entre libros. Los alumnos participaban en obras teatrales, zarzuelas y celebraciones religiosas, muchas de ellas escritas por autores como Calderón de la Barca. Aprender también significaba representar, debatir y crear.
| Reconstrucción imaginada de la Biblioteca de los reales estudios |
Bibliografía:
Burrieza Sánchez, J. (2023). Los profesores del Colegio Imperial y Reales Estudios de Madrid: la Compañía de Jesús al servicio de la formación de élites . Librosdelacorte.Es, 27, 316-344. https://doi.org/10.15366/ldc2023.15.27.012
https://revistas.uam.es/librosdelacorte/article/view/18033