La colección de instrumentos del departamento de Física y Quimica del Instituto San Isidro se puede ver expuesta en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología en Alcobendas. Cubre un amplio grupo de instrumentos creados con un fin didáctico y científico-tecnológico que van desde el siglo XVI a principios del siglo XX muchos de ellos son piezas únicas de gran valor
Aportamos los datos de las piezas más significativas, basados en la publicación que hizo Faustino Martinez Valdés Conservador del Museo y del Gabinete de Física en la memoria del curso 1977
Puedes descargar el documento original titulado: Museo de Física y Química
https://drive.google.com/file/d/12u7kBolH_1kmSjQQ2Zbg3VFvvJYfo51O/view?usp=sharing
Muchos de estos instrumentos tienen su origen en el colegio Colegio Imperial, en el que fue su primer profesor de Ciencias Naturales el sabio maestro madrileño e ilustre
escritor ascético P. Juan E. Nieremberg, del cual tiene el Instituto un retrato:
Una ballestilla o báculo astronómico de Jacob, muy usado en la antigliedad por considerarlo de gran utilidad para un buen piloto de altura, construido y labrado por el gran maestro constructor y célebre cosmógrafo Gemma Frisio—quien ideó y construyó el célebre astrolabio que dedicó a su protector el Emperador Carlos V—, con la siguiente inscripción: Nenos Gemme Frisy Louanij fecit 1563 G /. Debe proceder de los instrumentos que Juan de Herrera pidió a Flandes para la Academia de Matemáticas de
Felipe II.
Otra ballestilla de madera, alabeada por el tiempo, y de muy inferior calidad y precisión.
Otra ballestilla, muy original, articulada, con un artístico mango en cuyo interior contiene una pequeña brújula.
Un astrolabio delicadamente labrado que seguramente trazó un gran maestro y hábil constructor, haciéndolo bien cumplido et bien llano de entender como pedía el Rey Sabio D. Alfonso X en sus libros del saber de Astronomía. También figuró en la exposición de Lisboa.
Otro astrolabio grande y, aunque de madera, maravillosamente labrado en Madrid, en 1630, por el también célebre astrónomo Gemma Corneli, Profesor de la Universidad de Lovaina, e hijo de Gemma Frisio, como afirma J. B. Delambre en su Historia de la Astronomía.
Otro astrolabio de madera, más pequeño y parecido al anterior, construido por Ricardi Claudii, de fines del siglo XIV o principios del XV.
Un planisferio del mismo autor, que tuvo la intuición de colocar un continente en el polo sur, cuyo hemisferio, sin embargo, está peor realizado que el norte.
Un mapa celeste del mismo Ricardo Claudii, pareja del anterior, con las constelaciones dibujadas diestra y sueltamente.
Un microscopio compuesto, muy original y primitivo, con tubo torneado con buen gusto en madera; sobre soportes de madera y marfil. En la colección Nachet existe uno atribuido a Mars'halls, construido en 1704, muy parecido a este bello ejemplar.
Dos microscopios compuestos metálicos, con seis objetivos y varios accesorios; en uno está grabado: J- Cuff. Londini Suv. & Jec., y en el otro . Cuff. Londini-Fecit. Este famoso constructor es de primeros del siglo XVIII.
Un microscopio solar del mismo autor.
Desde 1772 hasta los primeros años del siglo XIX, fue catedrático de Física en los Reales Estudios de
San Isidro, D. Antonio Fernández Solano, entusiasta y sabio profesor que adquirió, entre otros aparatos, los que enumeramos a continuación, algunos en su viaje a París y Londres, a donde fue a estudiar los talleres y gabinetes más afamados.
Un teodolito «Made by Geo Adams at Tycho Brahes-Head en Fleet Street. London». Este constructor
publicó Micrographia illustrata, London, 1747, y The Variable Microscope, en 1771. Debió construirse en ese lapso de tiempo.
Una esfera armilar de latón y la tierra de marfil, con este grabado: «Hecho por J. Adams, Fabricante de
instrumentos en el oficio de ordenanza de S. M. B., en Fleet Street, Londres.
Dos máquinas neumáticas, construidas por los hermanos D. Diego y D. Celedonio Rostriaga en los talleres de los Reales Estudios, de los que fueron nombrados, en 1778, artífices maquinistas, construyendo máquinas para varios centros docentes y realizando ajustes de técnica y maestría insuperables.
De los siglos XIX y XX, el material es abundante, y sólo citaré un precioso y artístico aparato para estudiar el rozamiento, etc., sobre un soporte de madera labrada con exquisito gusto.
Varios aparatos construidos por el relojero madrileño Sr. Ballesteros, entre ellos un higrómetro y un barómetro.
Un estuche de mineralogista, traído en 1866 de Alemania por el célebre maestro y catedrático de este
Instituto D. Raimundo de Miguel, de quien decia el Director, Sr. Marqués de la Corte, "que las frías nieblas de Alemania no enfriaron su cariño y entusiasmo por su Instituto".
Un aparato inventado por el coronel español Sr. Verdú, construido en Paris, que servía para poner
Juego a las minas, elogiado por el ministro de la guerra francés, quien mandó hacer su estudio a la Escuela de Aplicaciones y construirlo.
Un ferrocarril eléctrico, sencillo y bien terminado, construido por el catedrático Sr. Rodriguez Largo,
que, además de gran maestro, fue buen artifice, diestro fotógrafo y el mejor profesor de acústica de su tiempo, según el Dr. Rodríguez Carracido, ilustre discípulo del Instituto de San Isidro.
Allí hay teléfonos, micrófonos, telégrafos, máquinas eléctricas, fonógrafos..., etc., y todos aquellos
inventos de los que tan pródigos son los siglos xix y xx; todos fueron recogidos por los cinco catedráticos que en un siglo se sucedieron, dejando memoria bien grata de su paso. Gloria a los maestros Valledor, Santisteban, Rodríguez Largo, Becerro de Bengoa y Olbés, a quienes
van dedicadas estas líneas.