¿HASTA DÓNDE NOS LLEVARÁ EL TRANSHUMANISMO?
Madlen Rumenova Istrevska
Al reflexionar sobre el transhumanismo, no puedo evitar pensar en lo natural que es
para el ser humano buscar la manera de superarse y mejorar, pues es lo que lleva
intentando desde el principio de los tiempos. Hoy, el medio que le permite lograr su
objetivo es el avance científico y tecnológico, que en los últimos años ha ido
desarrollándose a una velocidad inimaginable y que, de una manera notable, ha ido
facilitando nuestra vida en todos los aspectos. Pero dicho avance trae consigo la
posibilidad de pasar a un nivel superior en el que la idea de fusionarnos con la
tecnología ya no se presenta como lejana e improbable, sino que se convierte en una
realidad que ya está aquí, y que supondría una nueva etapa en la evolución humana.
Sin embargo, me asalta la cuestión de si esta mejora humana podría tener consecuencias
negativas e incluso devastadoras para el mundo. Evidentemente este cambio supondría
un gran impacto para el mundo que conocemos, que se moldearía para adaptarse a las
necesidades de esta nueva versión del ser humano. Sin duda supondría una nueva era
para la humanidad, por lo que creo necesario plantearse: ¿Tenemos el derecho de alterar
la naturaleza del ser humano? ¿Hasta dónde nos llevaría el transhumanismo? ¿Se
presenta ante nosotros una utopía o una distopía?
Sobre el transhumanismo existen opiniones muy diferentes, a algunos les desagrada la
idea y les transmite rechazo, seguramente porque la idea de insertar materiales
artificiales en el cuerpo no les convence o les resulta antinatural. Para muchos otros es
algo muy atractivo que esperan con ansia, que ven como la oportunidad de una vida
mejor y libre de dolor. La oportunidad de por fin erradicar el sufrimiento al vencer a la
enfermedad y a la vejez, la oportunidad de hacer del humano un ser superior, que sería
imbatible por la propia naturaleza, al aumentarle sus capacidades físicas y psíquicas,
pudiendo incluso suprimir emociones indeseadas como la tristeza, la soledad, el dolor...
Y visto de esta manera parece un sueño hecho realidad, por qué acaso existe alguien que
no querría liberarse del dolor, acaso no daríamos cualquier cosa por salvar a esa persona
que lo es todo para nosotros de una enfermedad terminal, o acaso no le encantaría a ese
anciano de ochenta años disfrutar de la vida un poco más de tiempo. Pues todo eso y
más es lo que se nos promete lograr. En teoría, no parecería haber ningún inconveniente
en fusionarnos con la tecnología, pero esta idea, que ya es factible en nuestros días, nos
enfrenta a una realidad que trae consigo cambios, grandes cambios, muchos de los
cuales resulta cuestionable si nos favorecerán. Y por más vueltas que le doy, más fuerte
se vuelve mi convicción de que es demasiado bonito para ser verdad. Deberíamos
estudiar también el transhumanismo desde otros puntos de vista, considerando los
posibles aspectos negativos que conllevaría la percepción del hombre como algo
meramente material.
Nosotros somos una pequeña parte de lo que es la naturaleza, somos una especie más,
pero poseemos algo que a lo largo de nuestra historia nos ha hecho desarrollarnos como
especie al construir, inventar, descubrir, mejorar..., y ese algo es la razón. El menester
de supervivencia y el deseo de comodidad nos han impulsado a crear todo lo que
tenemos hasta nuestros días, poco a poco hemos ido creando herramientas que nos han
permitido vivir cada vez mejor, y para atender a nuestras necesidades hemos ido
moldeando el entorno que nos rodea a nuestra conveniencia. Así surgió la tecnología,
creada para facilitar nuestra existencia, y hoy en día se nos plantea la posibilidad de
fusionarnos con ella para aparentemente dar el siguiente paso de nuestra evolución. Pero
cuidado, el transhumanismo ofrece la posibilidad de pasar a otro nivel, en el que el ser
humano se separa de la naturaleza pasando a ser un posthumano, un ser superior que
podría incluso significar el fin de la especie Homo sapiens, y el surgimiento de una
nueva, Homo technologicus. Al darle la bienvenida al transhumanismo también estamos
abriendo el camino a la extinción de nuestra propia especie.
Es verdad que el fin de nuestra especie puede resultarnos prometedor, porque la
aparición de un Homo technologicus supondría no solo mejorar las capacidades antes
mencionadas, sino también la eliminación de cualidades o sentimientos como el miedo,
la vagancia o timidez que de alguna manera nos estorban y de las que nos encantaría
poder deshacernos. Pero olvidamos que nuestras imperfecciones son parte de nosotros,
y que eliminándolas estamos acabando con nuestra propia personalidad, con lo que nos
hace diferentes y únicos. De esta manera gobernaría la perfección y daríamos paso a una
aterradora igualdad, propia de las máquinas y los robots, que sería en lo que
terminaríamos convirtiéndonos si consideramos sentimientos y emociones como a una
debilidad.
Por otra parte, el transhumanismo también apela a lo emocional, cuando promete acabar
con el sufrimiento, ofreciéndonos la oportunidad de salvar a un ser querido de la
enfermedad, de acabar con la muerte, de hacer nuestras emociones maleables y
prescindibles, para así evitar el dolor. Y todo se reduce a algo tan natural como intentar
evitar esta emoción que tanto daño nos hace. Pero la vida se basa en momentos malos y
buenos, y si no experimentamos situaciones difíciles, no conoceríamos ni sabríamos
apreciar los buenos momentos, que son por los que vivimos, y que sin estos,
entraríamos en un estado de indiferencia en el que no le veríamos sentido ni a la vida ni
a la existencia.
En cualquier caso, y como ya señalé, la alteración del ser humano es inevitable porque
es factible. Aunque una parte de la población se oponga e intente impedirlo, este
proceso una vez empezado, no tendrá marcha atrás, y podría implicar una potencial
división de la población en dos grupos opuestos. Y si esta división entre humanos y
posthumanos llegara a acontecer, supondría un nuevo motivo de disputas,
enfrentamientos e incluso podría acabar en una guerra mundial. «En un futuro, las
clases sociales se convertirán en clases biológicas», es lo que postula el catedrático de
Lógica y Filosofía de la Universidad de Málaga Antonio Diéguez1
Hay una alta probabilidad de que en un futuro transhumano la convivencia entre los humanos
mejorados y no mejorados sea inviable debido a las diferentes necesidades de ambas
especies.
Me pregunto qué será de esos humanos no mejorados, si habiéndose quedado
estancados en la historia vivirán apartados del resto de la población, excluidos como
deshechos, o si serán bien aceptados y tolerados por los posthumanos, que tendrán un
enorme poder sobre ellos. Y no hace falta darle muchas vueltas para imaginar que no
supondría ninguna dificultad para el humano mejorado, eliminar a este grupo que
algunos verán como una molestia para seguir avanzando.
Considero de suma importancia empezar a reflexionar sobre los posibles aspectos
negativos del transhumanismo. Cabe plantearse si esa humanidad no sería más fácil de
1 Entrevista realizada en elDiario.es el 15 de marzo de 2021.
https://www.eldiario.es/red/que-es/transhumanismo-blindaje-enfermedades-diferencias-sociales-
controlar y manipular. Si es posible modificar al humano para mejorar sus capacidades,
¿por qué no también para otro tipo de fines? Y si ya ha habido en la historia gobernantes
que han provocado millones de muertes y cometido atrocidades, qué nos garantiza que
esto no pueda volver a pasar, pues es un hecho que la historia se repite. Y me pregunto
si merece la pena abrirle la puerta a la posibilidad de perder nuestra libertad, porque sí,
con el transhumanismo ganaríamos mucho, pero también podemos perder algo
demasiado preciado como para arriesgarlo, nuestra libertad, y, por tanto, nuestra
felicidad.
Queramos o no, el transhumanismo es el futuro, la siguiente etapa que llevará al ser
humano a convertirse en un cíborg que prescindirá de imperfecciones, sentimientos,
errores... Su vida, rutina y objetivos serán completamente distintos a los nuestros, y
aunque nos sea difícil de imaginar, a medida que la inteligencia artificial e ingeniería
biomédica vayan avanzando llegará el momento en el que se contemple la posibilidad
de reemplazar el cerebro por una máquina y así vivir para siempre en una realidad
virtual. Pero si llegamos a este punto en el que ya lo poseemos todo, hasta incluso la
existencia eterna, qué sentido adoptará la vida, para qué seguiremos viviendo, ya no
habrá objetivos que perseguir, nada que nos mueva a superarnos a nosotros mismos, ya
lo tendríamos todo. Y quedarse para siempre en una realidad virtual en la que todo es
falsamente perfecto no suena a una vida feliz sino a una pesadilla eterna.
Para concluir, considero de vital importancia que la población se despierte y tome las
riendas de su futuro, que empiece a reflexionar y a pensar por sí misma, que se plantée
si no estaríamos comprometiendo nuestra privacidad y poniéndonos en una posición
vulnerable frente a un control absoluto, privándonos de la libertad. La sociedad debe
preguntarse si el transhumanismo es lo que más le conviene, si de verdad nos hará más
felices y tomar conciencia de sus posibles aterradoras consecuencias con las que
tendrían que convivir las generaciones siguientes. Y, como bien dijo el psicoanalista
alemán Erich Fromm, «El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos.
Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots».
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