Como alumno nuevo que llegué al instituto, me resulto bastante sorprendente en la matrícula la opción de presentar el museo, aunque bueno, lo primero que me impactó fue que tuviese museo. Me daba curiosidad ver como era y me parecía interesante la idea de presentarlo, pero he de admitir que mi motivación principal no era tan pura: la verdad es que, estando en bachiller, tratando de rascar nota como sea para entrar en la carrera que quiero (la cual no es baratita), mi mayor motivación fue la de subir nota y es muy posible que no me hubiese apuntado de no ser por ello. Esta subida de nota; sumada al buen rato que pasas al reunirte con gente de tu clase y conocidos y amigos de otras, a los que igual no ves tanto por las mañanas; ha convertido esta actividad en la mejor forma para conocer mi nuevo instituto.
Tardé un tiempo en ir por primera vez porque no me había aprendido la historia de todos los objetos que se exponían a lo largo de esas Escaleras Imperiales, creo que le tuve demasiado miedo: al final la mejor forma de aprendérselo es mediante la práctica. Recuerdo que mi primer día, fue como visitante: quería ver cómo o hacían y me realizaron la visita unas compañeras de clase, aunque acabé exponiendo un poco de lo que me sabía yo también. A partir de ese viernes fui todos los que pude, e incluso no se si algún trimestre hice más de los necesarios.
El museo ha sido una experiencia sorprendentemente entretenida, que además te ayuda a subir nota, se la recomiendo a todo alumno de bachillerato, ya que no te roba apenas tiempo y es divertida, aparte es una rentada brutal para la media.
Diego de Miguel Morillo
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