En este año de experiencia como guía del museo, he aprendido mucho y he disfrutado mucho. He aprendido a hablar sobre un tema y a mantener la atención de los visitantes, que puede ser muy difícil especialmente con los grupos numerosos. Es importante saber adaptarse a tu público: a veces viene gente muy culta que espera que le sueltes una larga parrafada sobre historia y tienes que saber hablar con confianza, y otras veces los visitantes tienen prisa y debes escoger unos pocos datos curiosos y renunciar a parte de la información.
La edad de los visitantes también es una variable a tener en cuenta, con los niños hay que dirigirse a ellos directamente y hacerles preguntas para que no pierdan el interés mientras que la gente muy mayor casi siempre empezará a contarte su propia experiencia casi invirtiendo los roles de guía y visitante. He aprendido a aburrirme, y a pasar el rato con otros compañeros cuando no viene mucha gente, pero también hay que estar preparada para grupos muy numerosos cuando hay pocos guías y no se pueden dividir. Por eso es muy importante la organización entre compañeros y que haya un buen ambiente.
Lo mejor es enseñar el museo por parejas o tríos, así nos podemos ayudar si uno se queda en blanco y aprendemos unos de otros. Cada uno conoce unos datos y hechos diferentes y tiene una forma única de contarlos, por eso la mejor manera de aprender a hacer la visita y mejorar es escuchar a otros y compartir conocimientos. Me encanta presumir del museo delante de familia y amigos y siempre los invito a pasarse una tarde.
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