sábado, 20 de diciembre de 2025

La Capilla de la Concepción de los Reales Estudios: historia, arte y secretos del barroco madrileño

La Capilla de la Concepción de los Reales Estudios de Madrid: historia, arte y secretos del barroco madrileño


Descubre la historia y el arte de la Capilla de la Concepción de los Reales Estudios, un tesoro barroco oculto en Madrid. Origen, reconstrucción, pinturas y legado jesuítico.

Introducción: un tesoro oculto en el corazón de Madrid

Madrid es una ciudad llena de lugares secretos. Algunos están escondidos en patios interiores, otros en antiguas estancias reconvertidas y muchos quedan fuera del radar incluso de los madrileños más curiosos. Entre estos rincones casi invisibles se encuentra la Capilla de la Concepción del Colegio Imperial, una joya del barroco madrileño situada dentro de los actuales Reales Estudios de San Isidro, junto a la calle de Toledo.

Esta capilla fue durante más de un siglo un espacio de devoción, cultura y caridad gestionado por una de las congregaciones laicas más activas del Madrid de los Austrias. Su historia combina arte, historia y arquitectura. Hoy, aunque transformada, sigue siendo un testimonio excepcional del pasado de la ciudad.

Detalle del fresco, cabecera de la capilla restaurado en el año 2025



El Colegio Imperial: corazón educativo del Madrid barroco

Para comprender la importancia de esta capilla, es esencial situarnos en el contexto del Colegio Imperial, fundado en el siglo XVI por la Compañía de Jesús. Durante los siglos XVII y XVIII fue uno de los centros educativos más prestigiosos de Madrid. Allí estudiaban jóvenes nobles, futuros funcionarios reales y miembros de la élite intelectual de la época.

En este ambiente surgieron varias asociaciones piadosas, destacando la Apostólica y Real Congregación de Nuestra Señora de la Concepción, fundada hacia 1603. Esta congregación reunía a nobles, artesanos, comerciantes, escribanos, libreros e incluso servidores reales, todos devotos de la Inmaculada Concepción.

Además de fomentar la vida espiritual, los congregantes realizaban obras de caridad: visitaban hospitales, ayudaban a presos, costeaban misas y mantenían un fuerte compromiso social dentro del Colegio.




La capilla original: un espacio modesto que necesitaba reformas

La primera capilla utilizada por la congregación no era especialmente destacada: era fría, incómoda y tenía demasiadas ventanas. Pronto empezaron las reformas:

  • En 1614 se decidió construir una nueva bóveda para mejorar la estabilidad y confort.

  • A lo largo del siglo XVII se añadieron sacristías, refuerzos estructurales y mejoras constantes.

  • La congregación costeaba todo: desde el yeso hasta el hierro, desde las pinturas hasta los retablos.

Era una obra colectiva sostenida por limosnas, donativos y el esfuerzo de los propios miembros.


El gran desastre de 1723: el derrumbe de la bóveda

El 1 de octubre de 1723, una lluvia especialmente intensa provocó filtraciones en el tejado. La bóveda, ya debilitada, comenzó a ceder. Al cabo de unos días, el 5 de octubre, la bóveda entera se derrumba, dejando la capilla totalmente arruinada.

Lejos de resignarse, la congregación reaccionó de forma inmediata. Vendieron objetos de plata, iniciaron colectas, pidieron limosnas entre los devotos más pudientes y autorizaron gastos extraordinarios. La reconstrucción debía hacerse cuanto antes.

El maestro de obras Francisco Camuñas diseñó una nueva estructura ligera con bóveda esquifada de madera —técnica típica del barroco madrileño— que permitiría decorar toda la superficie con frescos.

El coste total superó los 76.000 reales, una cifra enorme para la época.




La nueva capilla: un proyecto artístico para la devoción mariana

Con la arquitectura finalizada, comenzó la siguiente fase: decorar la capilla. La congregación quería un programa pictórico a la altura del esfuerzo realizado. Se consultó a los mejores pintores de Madrid y, durante el proceso, surgió un nombre estelar:

¿Por qué Palomino no pintó la capilla?

El célebre Antonio Palomino, pintor de cámara y una de las figuras más importantes del barroco español,  autor de las pinturas murales de la Casa de la Villa, presentó un proyecto inicial. Sin embargo, fue imposible ejecutarlo: en esas fechas recibió otro encargo para el Monasterio del Paular, donde enfermó y ya no pudo asumir nuevas obras.

Ese giro del destino abrió paso a un pintor menos conocido, su discípulo: Juan Delgado Durán.

Juan Delgado Durán procede de una familia de artistas. Su abuelo fue tapicero para la casa real, también se llamaba Juan Delgado. Su padre Juan Felipe Delgado fue Discípulo de Carreño de Miranda y amigo de Claudio Coello.

La obra de Juan Delgado Durán: un programa pictórico monumental

En 1724, Juan Delgado firmó el contrato para pintar la bóveda y, posteriormente, los muros desde la imposta hacia abajo. Su proyecto incluía:

  • Escenas del Apocalipsis en la bóveda.

  • Alegorías teológicas referidas al Dogma de la Inmaculada, propias del barroco madrileño.

  • Representaciones de los misterios de la Virgen en los muros.

  • Gran riqueza cromática, símbolo, movimiento y teatralidad barroca.

La congregación vendió parte de sus cuadros antiguos y encargó nuevos marcos para financiar la obra. En total, Delgado recibió más de 22.000 reales por su trabajo, una cifra considerable.

En 1726 la bóveda estaba terminada y fue muy bien valorada por los expertos de la época. Los muros tardaron algo más y se finalizaron entre 1727 y 1730.

Aunque parte de la decoración inferior se ha perdido, la bóveda sigue siendo hoy uno de los mejores ejemplos de pintura mural barroca conservada dentro de un edificio educativo en España.

Mapa Iconográfico de la Bóveda



1767: la expulsión de los jesuitas y el final de la congregación

Todo cambió con la expulsión de la Compañía de Jesús decretada por Carlos III en 1767. La congregación quedó automáticamente disuelta y la capilla pasó a manos de los Reales Estudios de San Isidro. A esa época se debe la figura de Palas Atenea como alegoría de los Reales Estudios  pintada en la cabecera.


Se puede leer El Rey Carlos III restituyo y amplió los Reales Estudios Matritenses


Durante los siglos siguientes, el espacio tuvo diversos usos, entre ellos:

  • sala de reuniones,

  • salón de actos,

  • aula especial para ceremonias académicas y laboratorio de química.

Con la vuelta de los jesuitas en el reinado de Fernando VII la pintura de la cabecera fue cubierta por un lienzo más antiguo de los que estaban en la Biblioteca El cuadro  Alegoría de la ciencia o Deus Scientiarum Dominus. 


Capilla en 1903

Capilla en las primeras décadas Siglo XX  restauración como Salón de Actos

En  1903 se instala luz eléctrica en el instituto San Isidro y se reforma la Capilla donde anteriormente se situaba el aula de Química que se traslada a la Facultad de Ciencias, se realizan unas reformas que la convertirán en Salón de Actos donde se entregarán anualmente los premios a los estudiantes que han obtenido mejor expediente.

Usos de la capilla en los últimos 300 años


A pesar de estos cambios, la bóveda logró sobrevivir casi intacta, convirtiéndose en un rastro casi milagroso del patrimonio jesuítico madrileño.




La Capilla de la Concepción hoy: un legado que merece ser redescubierto

Aunque no es una capilla abierta al público de forma habitual, sigue siendo uno de los rincones más especiales y menos conocidos del Madrid histórico.

Su importancia radica en:

  • su valor como obra de arte barroca,

  • su relación directa con la historia educativa de la ciudad,

  • su conexión con la devoción mariana del siglo XVII,

  • y su supervivencia a pesar de siglos de transformaciones.

Para quienes se interesan por el patrimonio oculto de Madrid, la Capilla de la Concepción del Colegio Imperial es una parada obligatoria.




Conclusión: un tesoro en silencio

La capilla no solo conserva pinturas y muros centenarios; conserva la memoria de quienes la construyeron con esfuerzo, devoción y talento. Es un lugar donde la historia artística, educativa y religiosa de Madrid se entrelaza como en pocos rincones de la ciudad.



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Bibliografía

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